martes, 12 de marzo de 2013

TU CARA ME SUENA...


 
Siguiendo con la creación de personajes (lamento ser pesada), hay algo que hay que tener en cuenta: cuidadito con los homenajes a los amigos/familia/vecinos, etc.
Todos queremos inmortalizar a alguien a quien conocemos y apreciamos, o incluoso odiamos, en nuestras obras (quien no lo haya hecho que levante la zarpa), pero hay que recordar que una cosa es dejarles hacer un cameo y otra cosas es que todos nuestros amigos sean los protagonistas. Los motivos por los que puede ser problemático pueden ser los siguientes:
 
-Que los personajes no sean lo suficientemente interesantes para el lector. De acuerdo, a nuestros amigos y parientes les queremos y esa frase que dicen es súper graciosa, pero ¿realmente viene a cuento? Una cosa es un relato que va a pasar solo entre nosotros y puede estar bien, pero a la hora de una obra "seria", es una cosa que hay que plantearse muy pero que muyyyyyyyyy en serio.
-Hacerlo sin su consentimiento puede ser un grave error. Cuando se enteren de que has contado en tu nuevo best-seller aquella vez que se emborracharon y se bañaron en aquella fuente en pelotas  igual te niegan el saludo o te ponen una denuncia por difamación.
-Tú crees que los has reflejado a la perfección y que encima han salido beneficiados, pero al leerse ellos pueden no pensar lo mismo (ver lo que puede ocurrirte en el punto anterior y añadir contratación de matones y todo lo que tu calenturienta mente quiera, dependiendo de lo calenturienta que sea).
 
Hay muchas cosas más, por supuesto, pero yo creo que lo ideal es que, si al final vas a hacerlo, es limitarte a apariciones esporádicas, lo que en cine se llama un cameo. Además, novelas en las que todos los personajes son obviamente los amigos del autor (y encima se nota) son claramente fallidas, al menos en mi opinión, pues denotan una falta de profundidad impresionante (todos son majísimos, las anécdotas están basadas en hechos reales que no se cuentan bien, la autocomplacencia campa a sus anchas...), no sé si por miedo a que los amigos en cuestión le partieran las piernas o a que el autor no daba más de sí y tuvo que tirar de lo que había.
Por eso, repito, ojo con las tentaciones. Es mejor un poco de trabajo previo en creación de personajes de verdad y dejar los homenajes para los divertimentos tipo relatos de circulación interna, etc.
Y si se va a hacer de todas formas... QUE NO SE NOTE, que no lo conozca ni su madre, en definitiva.
 
Nota mental: empiezo a parecer la señorita Rottenmeyer y "professsioná", me doy miedo a mí misma. Ojalá me aplicara mi propio cuento...
 

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