sábado, 17 de mayo de 2014

EL SECRETARIO: EL VIAJE (IX)

Esas horas de paz y felicidad fueron un oasis, un paraíso en la tierra, el edén... todas esas moñeces que se suelen decir en estos casos. El caso es que pudimos estar juntos y a solas durante un tiempo, y eso fue bonito (los adjetivos creo que no son lo mío, espero que se me entienda).
Solté a Alain en cuanto escuché el ruido de la puerta de entrada. El oasis se había secado, el paraíso en la tierra se había inundado y habíamos sido expulsados del Edén. 
El ruido del taconeo de Marie Panphile sonó como el repiqueteo del tambor que anuncia una ejecución. Se había acabado lo bueno y me iba a tocar pagarlas todas juntas si nos cogía juntos.
Un momento.
No había solo un taconeo. ¿Había traído una visita madame Panphile? 
Empecé a vestirme a toda prisa.
-Somos adultos, petite...
Sentí deseos de reírme, pero hubiera perdido tiempo.
-Tú y yo sí, chouet, pero tu madre no, así que mueve ese culo... perdón, trasero, y vístete, por favor. Si nos coge, quiero poder mentirle y decir que no es lo que parece.
Alain suspiró, resignado, y me hizo caso por una vez, sin que sirviera de precedente.
Lamento decir que al final sí perdí un tiempo precioso, porque al darme la espalda me quedé embobada mirándole. 
Como el destino parece tener algo contra mí, aprovechó ese momento para hacer que Marie Panphile abriera la puerta. El cuadro no era halagüeño, lo reconozco: ropa desperdigada por todas partes, yo a medio vestir, Alain como Dios le trajo al mundo y yo mirándole de un modo que no tenía nada de inocente.
No dijo nada, eso debo agradecérselo. Con su mirada bastó para que volviera a sentirme como si tuviera 15 años y me hubieran pillado con el carrito del helado.
Por desgracia, su acompañante no tuvo la misma delicadeza.
-¿Sabes que te puedo denunciar por acoso a un empleado?
Que esas palabras salieran de esa boca, que esa persona hablara de acoso a un empleado, era lo más irónico que podía escuchar, viniendo precisamente de Alexia Guipur.
Bien, el destino me la había jugado redonda: me había dado unas horas de felicidad, para después poder divertirse el doble hundiéndome en la miseria.

Marie Panphile 2 - Arwen 1

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