domingo, 11 de mayo de 2014

EL SECRETARIO: EL VIAJE (VIII)

Madame Panphile y yo estábamos empatadas, pero era evidente que aquello no iba a quedar así. Esa mujer tenía que acabar entendiendo que su hijo y yo éramos algo más que amigos, que éramos pareja, que estábamos juntos. Con que entendiera solo una de las tres cosas, me conformaba.
Los días fueron pasando, poniendo a prueba mi paciencia. Yo, que toda la vida me había considerado una persona con paciencia, comprensiva y tolerante, me descubrí deseando echar estricnina en el café de madame Panphile antes de huir a mi casita, con mi Lorito, que seguro que me echaba de menos.
Alain, mientras tanto, hacía todos los esfuerzos posibles para no darse cuenta de lo que ocurría, y lo conseguía y todo. Oyéndole, cualquiera diría que estábamos disfrutando de unas vacaciones idílicas. Y lo peor era que, a todo esto, yo seguía sin saber a qué narices habíamos ido a Francia. ¿Quería presentarme a su familia? Pues ya lo había hecho. ¿Tenía algo pendiente allí? No le vi salir solo ni una sola vez, como no fuera a por pan y croissants a la panadería de esa misma calle. 
Si su objetivo era que su madre y yo nos lleváramos bien, podía ir resignándose a que eso no sucediera jamás. De hecho, ella se encargaba de demostrarme que no tenía nada que hacer a la hora de intentar ganarme su corazón. Se paseaba ante mí con camisetas de las Foxys de Alexia (sí, desde luego entre las fans de Alexia había unas pocas zo...as), cambiaba sus libros de sitio para que yo los viera bien, firmados y dedicados "con amuuuurrrr", por no hablar de la decoración de mi querida ratonera, que amenazaba con provocarme sarpullidos cada vez que yo entraba allí para cualquier cosa.
Aquello tenía que acabar, para bien o para mal.
Ya que parecía que no iba a conseguir que me apreciase, una retirada estratégica me pareció la mejor forma de terminar con esa historia, aunque rendirse pareciera de cobardes. A ver qué haríais vosotros en mi lugar. Pensadlo y luego hablamos. 
Pero Alain tenía otros planes.
-Todavía no podemos volver a casa, petite -dijo, retomando su antigua seriedad.
-¿Por qué?
-¿Por qué qué?
-¿Por qué todo, no te hagas el tonto? ¿Qué narices hacemos aquí? ¿Por qué no podemos volver a casita? Seguro que Lorito nos espera como agua de mayo.
Alain enarcó una ceja.
-Y seguro que tú le echas mucho de menos...
Lástima no haber tenido mi grapadora a mano, o le hubiera borrado esa sonrisita irónica de un plumazo, al muy...
-¿Me vas a responder a alguna de las preguntas que te acabo de hacer?
Su estrategia para cambiar de tema fue buena. Solo diré que la puerta de entrada se acababa de cerrar, dejándonos solos en casa de los Panphile. Cuando me dijo que qué me parecía aprovechar ese lapsus de paz para recuperar el tiempo perdido, no tuve que pensarlo. Eso sí, si pensaba que se iba a librar de responder al acabar, la tenía clara...

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