viernes, 16 de septiembre de 2016

EL SECRETARIO 3-12: ME TIEMBLAN LAS ENTRETELAS... A MI PESAR

Una reunión con aquel escritor revenido y con un ego como un castillo (esto, viniendo de una escritora puede sonar irónico, pero no, lo juro), no era mi idea de un plan ideal, pero por no escucharle más dorándome la píldora, decidí aceptar quedar con él a tomar algo y seguir escuchando más bobadas, suponía.
Estaba claro que Moncho quería algo de mí… y no tenía pinta de acabar bien. Pero como no tenía planes para lo que quedaba de año, me aburría, y hacía mucho tiempo que no me pasaba nada, decidí arriesgarme.
Recordé todos aquellos consejos de Alain acerca de dar imagen de autora seria y me los pasé todos por el forro. Quería estar espectacular, divina, guapa y estupenda, y me daba igual la imagen que eso daba de mí. Siempre he pensado que la imagen la tiene que dar nuestra obra, y que el resto es accesorio.
Hasta decidí peinarme y todo.
Salí de casa, con la mirada de Pascal y una sonrisita que decidí ignorar. Lorito, a su lado, sacudía la cabeza.
¿Qué insinuaban con sus miradas? ¿Que me había vestido por Alain quizás? Idiotas. Ni que fuera hecha un adefesio siempre, con lo que a mí me gustaba ir peinada en toda ocasión.
Llegué temprano a la cita, pero ellos ya estaban allí.
Habían escogido bien, un salón de té al estilo británico donde Moncho pegaba bien con su chaqueta de tweed con coderas y pajarita y su look hortera de manual. En otro igual quedaría guay, pero en él era hortera sin más.
Junto a él, Alain estaba como siempre. Nunca se había preciado por vestir bien ni por ser excesivamente guapo, pero su mirada tan francesa y tan seca (que, llamadme rara, pero me traía unos recuerdos que no podía borrar, porque tengo muy buena memoria, por desgracia para mí) se clavó en mí nada más cruzar el umbral, haciendo que me temblara un poco todo (porque soy humana con buena memoria, y no todos nuestros recuerdos son malos).
Ellos estaban allí y yo estaba allí. Todos estábamos allí, pues. Ya podíamos empezar a fingir todos que ninguno estaba interesado en los demás.


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